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26/9/2025
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min

Presentismo laboral: el riesgo silencioso que impacta en el bienestar

Puede que el mayor problema de tu equipo no sea la falta de asistencia, sino todo lo contrario: empleados que nunca faltan, pero que trabajan con el piloto automático encendido. Cumplen horarios, asisten a reuniones, están "presentes" pero desconectados emocionalmente. Lo hacen por rutina, por miedo, por presión, o por agotamiento. 

A esta dinámica se le conoce como presentismo laboral, y aunque no siempre se detecta a simple vista, puede estar minando la salud mental y el rendimiento de tu organización.

¿Por qué ocurre? ¿Qué señales lo delatan? ¿Y cómo puede una empresa prevenirlo sin caer en la vigilancia o el control excesivo? Este artículo responde estas preguntas desde una perspectiva psicológica, humana y sostenible.

¿Qué es el presentismo laboral y cómo se manifiesta?

A diferencia del absentismo, donde el empleado falta a su puesto, el presentismo laboral es estar físicamente presente pero con un bajo rendimiento. Suele estar asociado a síntomas como:

  • Trabajar enfermo o con malestar emocional.
  • Acudir a la oficina por miedo a represalias.
  • Permanecer más horas sin aportar más valor.
  • No desconectar en vacaciones o fuera de horario.

Este fenómeno no solo afecta al rendimiento, sino que desgasta la motivación, empeora el ambiente laboral y puede derivar en problemas de salud más graves.

Las causas invisibles del presentismo

1. Miedo a perder el empleo

Muchas personas temen que una baja por enfermedad o una solicitud de descanso sea vista como falta de compromiso. En contextos donde hay poca seguridad laboral, este miedo se intensifica. 

Esta percepción lleva a que los empleados prioricen su presencia física sobre su salud, pensando que ausentarse puede afectar su reputación o sus posibilidades de crecimiento profesional. En entornos donde el rendimiento se mide por horas visibles y no por resultados, este miedo se consolida aún más.

2. Cultura del "trabajo a toda costa"

Empresas donde se valora más el tiempo que la calidad del trabajo promueven inconscientemente el presentismo. Mensajes como “aquí nadie se pone enfermo” o premiar al que nunca falta refuerzan esta dinámica tóxica. 

Además, la glorificación del sacrificio constante genera un ambiente donde pedir ayuda o descansar se percibe como debilidad. Esta mentalidad, muchas veces heredada de modelos organizativos antiguos, impide que los trabajadores se escuchen a sí mismos y atiendan sus verdaderas necesidades.

3. Falta de liderazgo empático

Cuando los líderes no conocen o no se interesan por el estado emocional de sus equipos, los empleados sienten que deben ocultar su malestar y seguir trabajando como si nada pasara. La falta de espacios de confianza hace que las personas no se atrevan a decir “no puedo más” o “necesito parar”. 

Un liderazgo desconectado emocionalmente genera una cadena de silencios y sufrimientos no compartidos que alimenta el presentismo. Por el contrario, un liderazgo cercano y comprensivo puede detectar a tiempo estas señales y prevenir mayores consecuencias.

4. Desconocimiento sobre salud emocional

Muchos trabajadores no identifican que su malestar psicológico también es motivo legítimo para parar. A menudo, no se sienten con el derecho de cuidar su salud emocional porque no han sido educados para ello o porque en la empresa no se habla de estos temas. 

Esta falta de alfabetización emocional genera confusión entre sentirse cansado y estar al borde del colapso. Además, cuando la salud mental sigue siendo un tabú, se normaliza el malestar y se perpetúa la idea de que hay que seguir adelante a toda costa.

Por qué el presentismo es un problema real

Aunque no se note a simple vista, el presentismo tiene un alto coste humano y económico. Afecta a la productividad, eleva los niveles de error, incrementa el desgaste emocional y acaba generando rotación laboral. Esto ocurre porque las personas que están presentes pero no rinden al máximo terminan cometiendo errores por falta de atención, reduciendo la calidad de su trabajo y ralentizando los procesos de equipo.

Además, deteriora la calidad del trabajo en equipo. Un empleado que está por obligación, sin motivación ni energía, puede contagiar su apatía al resto. Esto erosiona la cultura organizacional y debilita el compromiso del equipo. El presentismo también da una falsa sensación de cumplimiento: el tiempo en el puesto se convierte en un valor, aunque no se traduzca en resultados reales. Esta ilusión de rendimiento puede llevar a decisiones erróneas en la gestión del talento y a pasar por alto problemáticas emocionales serias que necesitan intervención.

Cómo prevenir el presentismo laboral desde el bienestar

La mejor estrategia contra el presentismo no es controlar, sino cuidar. Prevenirlo implica crear una cultura donde las personas se sientan seguras para expresar cómo están y actuar en consecuencia. Esto empieza desde la dirección y se transmite en cada gesto, política y decisión diaria.

Una de las claves más efectivas es invertir en programas de bienestar emocional que ayuden a identificar y gestionar el estrés, la ansiedad o el agotamiento antes de que se cronifique. A su vez, implementar políticas de descanso real y respetado (como la desconexión digital fuera del horario laboral o vacaciones sin interrupciones) transmite el mensaje de que descansar también es parte del rendimiento.

Además, formar a los líderes en escucha activa y empatía, y abrir espacios donde los equipos puedan expresar sus dificultades sin miedo, fortalece la confianza. Una organización que acompaña a sus colaboradores, no solo exige resultados: los construye de forma conjunta y humana.

Cómo detectar el presentismo en tu equipo

Aunque no siempre es fácil, hay indicadores que pueden ayudar. Uno de los más claros es el cambio de actitud o comportamiento sin una causa aparente. Por ejemplo, personas que antes eran participativas y ahora evitan involucrarse o proponen menos ideas. También puede verse en una disminución de la calidad del trabajo, entregas que antes se resolvían con eficacia y ahora llegan con errores o retrasos.

Otro signo es el exceso de presencialismo físico: empleados que nunca faltan, pero tampoco disfrutan sus días libres, no se desconectan en vacaciones o se sienten culpables si necesitan parar. Este patrón puede esconder la creencia de que descansar es "fallar" al equipo. Las reuniones en las que un miembro del equipo está distraído, apático o visiblemente agotado son también oportunidades de detección temprana.

Detectar el presentismo requiere observación cercana, pero también disposición para escuchar más allá de lo evidente. Herramientas como encuestas internas, reuniones de seguimiento individual o espacios de conversación informal pueden ser de gran ayuda si se usan con empatía y confidencialidad.

Beneficios de una cultura libre de presentismo

Contar con una cultura organizacional que prioriza el bienestar tiene efectos muy positivos. Se fortalece el compromiso, mejora la motivación y se logran resultados sostenibles en el tiempo. 

Los equipos emocionalmente sanos son menos propensos a rotar o ausentarse sin previo aviso, y esto reduce costes para la empresa. Además, proyecta una imagen positiva que atrae talento y posiciona a la organización como un buen lugar para trabajar.

Prevenir el presentismo laboral no es solo un acto de cuidado, es también una estrategia inteligente de gestión del talento. No basta con que las personas estén en su puesto: deben estar bien, sentirse seguras y saber que su salud importa.

Promover una productividad sin presentismo, basada en la confianza, el autocuidado y el liderazgo humano, es uno de los pasos más transformadores que puede dar cualquier organización.

En definitiva, cuidar el bienestar laboral no es solo un detalle: es la base sobre la que se construyen empresas sanas, sostenibles y con sentido.

Si quieres seguir potenciando tu bienestar emocional en el ámbito laboral, desde Therapyside te podemos ayudar a conseguirlo.

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